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fácticos que siempre han

actuado sobre la colecti-

vidad. En cualquiera de las

circunstancias es evidente

que la fidelidad a los con-

tenidos formales y sim-

bólicos de la tradición, es

una forma de mantener la

autenticidad de los valores

heredados, pues personali-

zan e identifican a un pue-

blo o a una comarca.

Elementos de la fiesta

A través del concepto que define el fenómeno festivo se pone de manifiesto que

cada fiesta se desarrolla dentro de unos parámetros espacio-temporales que sostienen el

sentido circular del tiempo en las formas tradicionales de la vida del medio rural, al estar

asociada a los ciclos naturales. Este sería uno de los argumentos básicos de la tradición

festiva, que se vuelve particular con la utilización de ropajes “domingueros” o de “gala”,

con lamúsica, bailes y cancionero, con los deportes autóctonos, las costumbres culinarias,

las ceremonias y los comportamientos exclusivos de cada fiesta.

Por regla general, las actividades o programaciones de las fiestas que han pervivido

a lo largo del tiempo, es decir, las supervivientes gracias a la continuidad de la tradición,

son exclusivas del día o días en que se celebran, llegando a resultar en no pocas ocasiones

un ejemplo de anacronismo. En ellas se articulan una serie de ceremonias religiosas como

la Santa Misa y las procesiones, presididas por la solemnidad, por el cumplimiento devoto

de las advocaciones locales o aquellas litúrgicas que afectan al patrono principal del

pueblo y de la parroquia, al aniversario de la dedicación de la iglesia propia y al titular de

la parroquia. El otro componente se centra en la manifestación profana, en la que suele

actuar con mayor intensidad el imaginario colectivo. Una dualidad que, según el tipo de

fiesta, no necesariamente tiene que producirse.

Los motivos festivos son de diferente tipo: los hay de

naturaleza sacra

(fiestas

cristológicas y del santoral que poseen identidad propia y en las que suelen centrarse

la mayoría de las fiestas patronales y locales); de

tránsito

de una a otra estación

equinoccial o solsticial; de

paso

, que comprenden cambios de estatus social y del

ciclo vital o biológico; de

liberación

puntual en periodos de exigencia laboral, y de

costumbres concretas

de carácter lúdico (magostos, poner el “ramo”, las “marzas”, los

“mayos”, etc.). Tales motivos se armonizan con los contenidos simbólicos, de forma

que el propio simbolismo puede llegar a justificar la fiesta. Tal simbología se despliega

a través de rituales, ya sean religiosos, de ofrenda e invocación (cantos del “ramo”), de

gestos (danzas procesionales y “baile” de las imágenes devocionales), de representación

(portar pendones), de protección (bendición de campos y animales), de impetración de

la fertilidad (ritos florales como los “mayos”), de purificación y renovación (hogueras

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de petitorios (rondas), de cumplimiento del voto, de contravención (Carnavales) o de

competición y rivalidad (juegos y deportes tradicionales).

Aluches. Manzaneda de Torío