Background Image
Previous Page  31 / 112 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 31 / 112 Next Page
Page Background

29

Las huellas del glaciar de Torre de Babia

El paso de un glaciar erosiona con gran

fuerza el valle por el que discurre, lo

que afecta tanto al fondo como a las

laderas del mismo. Su forma es de “U”

muy abierta. Allí donde el hielo excavó

depresiones con forma de cubeta,

aparecen hoy lagunas y humedales.

Al retirarse los hielos, los materiales

arrastrados por el glaciar y acumulados

en distintas zonas del valle, se

muestran ahora como acumulaciones

caóticas de cantos, arcillas y arenas,

denominadas “morrenas”.

Iglesia de San Vicente, construida sobre una morrena frontal.

La laguna de Las Verdes en invierno.

moldear y perfilar su aspecto actual. De todos ellos,

el glaciarismo ha sido posiblemente uno de los más

significativos. A lo largo de miles de años se han suce-

dido periodos muy fríos, en los que el hielo ocupó bue-

na parte de esta comarca, y otros más templados, en

los que el hielo se retiraba parcialmente. Las elevadas

cumbres de los Picos Albos y de las Peñas de la Cueña,

situadas al noroeste y norte respectivamente de Torre

de Babia, reunían las condiciones óptimas para que la

nieve se acumulase durante las “glaciaciones”. Entre las

cumbres existían zonas menos elevadas, rodeadas por

paredes escarpadas, donde se acumulaba tanto hielo

que acababa por desbordarse, originando “glaciares de

montaña”. Estas zonas de acumulación situadas a gran

altitud se denominan “circos glaciares”. Cerca de Torre,

en el paraje de Las Verdes, abundan las evidencias de

esta actividad glaciar. La enorme presión ejercida por

el hielo sobre el suelo provocó la erosión del mismo,

lo que generó zonas excavadas en las que, al templar

el clima, se acumuló agua, tal y como ocurre en la ac-

tualidad. Así se formaron “lagunas de origen glaciar”,

como la laguna Recoleta, el Chagüezo o la laguna de Las

Verdes, todas ellas en Torre de Babia.

El hielo siguió acumulándose y avanzó hacia el sur,

dando forma a las rocas paleozoicas que encontró a su

paso. En la actualidad, varios parajes del valle muestran

una evidente forma de “U”,

clara señal de la acción del

hielo en el pasado.

Al alcanzar zonas me-

nos elevadas y de menor

pendiente, el hielo fre-

nó su avance y todos los

fragmentos de roca que

arrastraba con él fueron

acumulados; se origina-

ron así grandes depósitos

de rocas conocidos como

“morrenas”. Dependiendo

de su posición, las morre-

nas pueden ser “laterales”,

situadas a ambos lados de la lengua de hielo; “de fon-

do”, bajo esta; o “frontales”, si coinciden con la posición

del extremo frontal del glaciar. A menos de un kilóme-

tro del pueblo, hacia el sur, aparecen tres arcos de ma-

teriales acumulados, ahora atravesados por la carretera,

que corresponden a un sistema de morrenas frontales

que marcan el punto hasta donde avanzó el hielo en

cada momento. Entre estas morrenas y el pueblo exis-

ten otras menores, que corresponden a las distintas fa-

ses de retirada de los hielos cuando el frío remitió y el

glaciar se redujo. Una última morrena frontal rodea al

pueblo por el sur; se identifica bien, ya que sobre ella se

levanta la iglesia de la localidad.