Pulsatilla
rubra
Genista hispanica
ADAPTADOS
A LA MONTAÑA
Con el deshielo prima-
veral se inicia la floración
que en las áreas de mon-
taña resulta espectacular.
Las plantas sobreviven en
forma de bulbos o rizo-
mas subterráneos a todo
un invierno cubiertas de
nieve y comienzan a cre-
cer cuando el sol calienta
lo suficiente. El verano,
en altitudes superiores
a los 1.200 m, es muy
breve, por lo que las plan-
tas tienen grandes flores
que atraen rápidamente a
los insectos polinizado-
res. Entre las plantas que,
con fecha más tempra-
na, adornan el
campo con los colores de sus flores se
encuentran un narciso endémico de las montañas orocantábricas (
Narcisus astu-
riensis
) y las anémonas de montaña (
Pulsatilla rubra
); estas últimas, convertidas
en verdadero símbolo de la flora de alta montaña, poseen un tupido manto de
pelillos brillantes que cumplen la doble función: por un lado, evitar la congelación
en las siempre gélidas noches de la primavera montañesa y por otro, la de reflejar
la intensa radiación solar diurna. A éstas, hay que añadir todo un elenco de plantas
con flores vistosas entre las que destacan orquídeas, violetas, azucenas, gamones,
lirios y gencianas.
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