

Al ritmo del Luna...
Serpenteante, el Luna discurre desde su nacimiento en la vecina Babia,
por el fondo de un amplio valle de origen glaciar que conforma una extensa
vega ocupada por prados de siega, siempre frescos. Reconocido río truchero,
el Luna acoge cada temporada a no pocos aficionados a la pesca. Pero pronto
cambia el paisaje y las amplias praderías se sustituyen por un monótono manto
de agua que anegó, en la década de los cincuenta, valles y pueblos. Pasado y
futuro de muchas gentes que tuvieron que buscar en otras tierras su presente.
El embalse es riqueza agraria. Con su agua se abastece la central hidro-
eléctrica de Mora de Luna y se han hecho productivos muchos secanos del sur
de la provincia. El regadío, además, está regulado gracias al contraembalse de
Selga de Ordás, que facilita el manejo de los caudales hídricos. Selga es tam-
bién punto de invernada de numerosas especies de aves acuáticas, por lo que se
ha convertido en punto de observación para ornitólogos y aficionados de todo
León. El ánade azulón, el zampullín chico o la focha son fáciles de observar
todo el año, pero el número de especies se incrementa durante las migraciones,
cuando muchos individuos emplean la zona como punto de alimentación y
reposo en su viaje entre África y el norte de Europa.
Para salvar la infranqueable barrera que supuso el embalse de Luna, el
ingeniero Fernández Casado diseñó, en la década de los ochenta, un impo-
nente puente en la autopista AP-66. Hoy es uno de los reclamos paisajísticos
de la comarca; su construcción supuso un auténtico hito de la ingeniera civil.
Fue considerado el puente más vanguardista de su época y su luz, de casi qui-
nientos metros, significó un récord entre los puentes atirantados, conseguido
gracias a los avances técnicos del momento y la mejora en las prestaciones
del acero de alta resistencia, que garantizaron el necesario incremento en la
firmeza de los cables. El puente se asienta sobre dos pilares de hormigón con
20.
Sena de Luna