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17.

El urogallo es una especie común en los bosques de pinos y abetos de los

países nórdicos. Y aunque en los Pirineos también está asociada a los pinares, en

la Cordillera Cantábrica se ha adaptado a la vida en abedulares, hayedos y roble-

dales, después de que, al cambiar el clima, las coníferas desaparecieran de sus

montes. Los pinos ofrecen al urogallo protección y alimento –acículas- durante

todo el año; pero los bosques mixtos son en su mayoría caducifolios, por lo que

sólo acebos y tejos brindan al gallo de monte el cobijo y alimento que precisa. El

acebo tiene hojas perennes, muy densas, y mantiene sus frutos púrpura en el árbol

durante buena parte del invierno, lo que resulta vital no sólo para el urogallo, sino

también para otras muchas especies del bosque.

Posiblemente, el momento más conocido de la vida del urogallo sea el de su

canto nupcial. Varios machos se reúnen en un cantadero donde exhiben su plumaje

y pelean, mientras las hembras los contemplan y valoran sus capacidades para

procrear. Las hembras, más pequeñas que los machos, poseen un plumaje pardo

moteado críptico, muy útil para vivir en el suelo y pasar desapercibidas mientras

incuban sus puestas y crían a sus pollos. Es durante el celo cuando, al alba, retum-

ba en el bosque la “mazquida”, el enigmático canto del gallo que, por desgracia,

resulta cada vez más raro. Quizá ese mismo canto sirviera de reclamo a los cazado-

res furtivos que, entre otros muchos factores, han llevado al urogallo a convertirse

en una especie en peligro de extinción.

Pero además, sobre el urogallo, como sobre el oso, también en peligro de ex-

tinción, se ciernen otras amenazas: las continuas molestias originadas por la caza

en momentos críticos de su ciclo vital, la presencia humana en el monte derivada

de los nuevos usos de los mismos y, sobre todo, la pérdida y el deterioro de sus

hábitats, por la construcción de grandes infraestructuras de transporte, hidroeléc-

tricas y mineras.

“Los que maten un oso en Riba de Sil deben dar las manos al señor de la

tierra y si los osos valiesen tres cañados de vino y tres cuartales de centeno deben

darlos al señor y si no, no; y de otras cosas no deben dar nada.”

Fuero de Alfonso IX, rey de León, al concejo de Riba de Sil.

Afortunadamente la sociedad actual está educada en el respeto por esta na-

turaleza privilegiada, que se ha convertido en un referente para la conservación

de los bosques cantábricos. Por eso se han puesto en marcha planes de recupera-

ción para la conservación de estas especies y sus hábitats, del mismo modo que

se regulan nuevas actividades e infraestructuras como pistas, carreteras, tendidos

eléctricos, estaciones de esquí, embalses, explotaciones mineras y actividades tu-

rísticas. También se realizan campañas de divulgación y concienciación, mejora

del hábitat, reforestación y vigilancia que, aunque con lentitud,empiezan a dar sus

frutos .