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79.

as vegas de los ríos han sido zonas tradicional-

mente muy utilizadas por el hombre para sus actividades agrí-

colas y ganaderas. Este hecho no es casual, ya que albergan

terrenos especialmente ricos debido al progresivo depósito de

materiales por parte del río, en sus regulares crecidas. Sin

embargo, la cercanía al cauce no está totalmente libre de pro-

blemas puesto que cada cierto tiempo, el río le cobra su tribu-

to, ocupando de nuevo lugares que el hombre, poco a poco le

ha ido arrebatando. La cultura popular, conocedora de estas

cuestiones, ha tratado de contrarrestarlo, construyendo un

entramado de sebes, cierros y setos que, además de su utilidad

para delimitar el terreno, frenan el ímpetu del río durante las

crecidas. La organización y la división de estos terrenos es una

de las claves del estado actual de la ribera. Tradicionalmente, se

mantenía entre cada finca una estructura viva denominada sebe

o cierro, formada a base de árboles y arbustos espinosos que

servía, en principio, para delimitar la propiedad y poder recoger

el ganado en algunos momentos. La variedad de especies que

constituyen los cierros es enorme, pudiendo encontrar árboles

como chopos del país, fresnos, paleras o sauces y arbustos

como mundillos, cavicuerna o aligustre y endrinos. De ellos se

obtienen frutos para hacer confituras o licores, varas para la

construcción del propio cierro y para utensilios, madera para

calentarse… Las ordenanzas sobre la propiedad y el manteni-

miento de los cierros eran muy estrictas, multándose a aquellos

que los tuvieran descuidados.

L

Sebe de paleras (sauces)