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la cepeda

L

a fisonomía de La Cepeda difiere de la del

resto de comarcas de Cuatro Valles; su terri-

torio aúna áreas de relieve abrupto, situadas hacia

el norte y oeste, con vastas llanuras agrarias que

ocupan las zonas del sur y del este.

La particular geología de La Cepeda y su ubi-

cación al pie de la cordillera Cantábrica, dan sin-

gularidad a este territorio. Las rocas que constitu-

yen las zonas más montañosas fueron sometidas

a grandes presiones durante las sucesivas oroge-

nias; además, algunos cambios ocurridos durante

las mismas en la corteza terrestre provocaron que

grandes cantidades de magma procedente del

interior de la Tierra se aproximasen considera-

blemente a esas rocas. Ambos factores, presión y

temperatura, modificaron la estructura y la compo-

sición de algunas de las rocas que entonces con-

formaban La Cepeda, originando otras nuevas, que

en Geología se denominan “rocas metamórficas”.

Estas rocas no son infrecuentes en la provincia de

León, pero sí son raras en el ámbito de Cuatro Va-

lles, lo que hace que su presencia en La Cepeda,

donde están bien representadas, sobre todo en el

municipio de Quintana del Castillo, incremente la

diversidad geológica de este territorio.

Cuando una roca sufre metamorfismo, surgen

en ella minerales nuevos característicos de este

tipo de proceso. Un ejemplo es la “quiastolita”,

un curioso mineral, sobre el que se sustentan mul-

titud de mitos y leyendas, fácil de encontrar en las

inmediaciones de la presa de Villameca.

Pero, aunque existan rocas metamórficas en la

comarca, las sedimentarias siguen siendo mayori-

tarias. En los sectores más abruptos abundan las

areniscas y las cuarcitas de los periodos Cámbrico

y Ordovícico, que dibujan montes redondeados y

valles pandos.

En el extremo occidental de la comarca apa-

recen también rocas pertenecientes a la cuenca

carbonífera de El Bierzo. Algunas localidades del

municipio de Villagatón-Brañuelas, como Montea-

legre, La Silva o Manzanal del Puerto, evocan un

pasado minero que se hace especialmente nota-

ble al contemplar las diversas infraestructuras de

extracción, transporte y procesado del carbón que

aún conservan.

A su vez, los municipios de Villamejil y Magaz

de Cepeda muestran un relieve mucho más suave

y llano, ocupado en gran medida por la amplia

estepa cerealista que caracteriza a este sector de

la provincia. Las rocas más comunes en estos para-

jes difieren considerablemente de las que afloran

más al norte. Ello es debido a que el río Tuerto

y sus afluentes llevan millones de años arrastran-

do los materiales que la erosión ha sustraído a las

montañas más meridionales de la cordillera Can-

tábrica y depositándolos en estas amplias llanuras

cepedanas. Como resultado, aparecen grandes

planicies elevadas respecto al nivel de los ríos, de

poca pendiente, constituidas por materiales diver-

sos y poco consolidados, como cantos rodados,

arenas, limos y arcillas de vistoso color ocre. Estas

superficies, conocidas como “rañas”, se generaron

principalmente durante el Neógeno y, en muchos

casos, aparecen cubiertas por materiales más mo-

dernos, depositados durante el Cuaternario.

Aunque todos estos sedimentos transportados

y depositados por los ríos puedan parecer geoló-

gicamente pasivos, han dado origen a algunos ras-

gos de interés fáciles de reconocer en La Cepeda.

Por una parte, la ingente cantidad de materiales

que originó las rañas y otros depósitos similares,

incluía minúsculas partículas de oro arrebatadas a

las montañas de donde proceden. Aunque la po-

blación prerromana de la zona ya buscaba oro en

El embalse de Villameca, en cuyo entorno existen abundantes rocas metamórficas.