Cordillera Cantábrica y formaba parte del mismo sistema en el que se encontraban
los grandes glaciares de Somiedo. En el macizo de Ubiña pasaba lo mismo; el
suave relieve de las
veigas
de Riotuerto y Candioches favorecía la acumulación
de grandes espesores de hielo que llegaban a rebosar en forma de lenguas heladas
hacia los actuales valles de Pinos, Villafeliz de Babia y Huerna.
Al incrementarse gradualmente la temperatura del planeta los glaciares
desaparecieron muy lentamente, pero dejaron sus huellas que perduran, de forma
inequívoca, en el paisaje. En la actualidad, el frío extremo en las áreas de alta
montaña sigue siendo un importante factor modelador. La dinámica de hielo-
deshielo fractura la roca y genera canchales, pedreras o
tseras
tan característicos
de los paisajes altimontanos. Además de la erosión originada por el hielo, las
montañas calizas muestran las huellas particulares de otro tipo de erosión, la quí-
mica o kárstica. El agua en contacto con el CO
2
atmosférico se acidifica y es capaz
de disolver el carbonato cálcico. Las rocas presentan entonces diversas estructuras
entre las que destacan hoyos y dolinas que indican, en el exterior, la presencia
de simas y cuevas pobladas de estalactitas, estalagmitas y columnas, que la lenta
disolución y depósito de la caliza han formado en el interior de la montaña.
“El verano en la montaña
Empieza en Santiago
Y termina en Santa Ana.”
Refrán popular (Santiago es el 25 de julio y Santa Ana el 26)
11.
Entorno de Ubiña