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La madera de roble

es muy dura y

se utilizaba para

hacer vigas. Su

“ramón” (ramas

con hojas) ayudó

mucho en estas

montañas a resolver

la falta de forrajes y de hierba para el

ganado durante la época de nieves. Solo

cuando el invierno era muy riguroso y

no quedaba otra alternativa, se recurría a

árboles de hoja perenne, como el acebo o

la sabina. Las ramas una vez peladas no

se desaprovechaban: se utilizaban para

atizar la lumbre (las de acebo eran muy

apreciadas porque daban un resplandor

muy bueno para hilar). Y es que del monte

se aprovechaba todo.

ROBLEDALES:

bosques de druidas

El robledal es el bosque donde los druidas, los hombres sabios de los

celtas, realizaban sus ceremonias. De hecho la palabra druida significa

“hombre-roble”.

Buscad una AGALLA.

Abrid una (solo una para todos/as) a ver

qué encontráis en su interior. Si no hay

nada observad que habrá un sospechoso

agujerito.

¡No es el fruto del roble, es una especie de

quiste que forma el arbol para aislarse de las

larvas de una avispa que hay dentro!

Es el caso del picapinos, uno de los pájaros

carpinteros que viven en nuestros bosques. El

sonido que genera al golpear los troncos con su

pico se puede oír desde largas distancias.

Bosques ricos en fauna

La corteza rugosa del roble alberga

abundantes invertebrados que sirven de

alimento a aves y otros insectívoros, que

por lo tanto también abundan en el robledal.

Hay varias especies diferentes de robles

pero todas tienen las hojas con esta forma

lobulada.