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Además de la ermita, Pandorado custodia la herencia de una de las formas

de vida más arraigada en esta montaña leonesa occidental, la vida pastoril.

Campodiós o Campo de Dios es el extremo septentrional de una de las más

importantes vías pecuarias, la Cañada Real de la Vizana, que recibe su nombre del

puente que franquea el Órbigo a la altura de Alija del Infantado. Dos veces al año

cientos de miles de ovejas trashumantes transitaban entre los puertos de verano

en Omaña, Laciana, Babia o Luna y los invernaderos que, más allá de los puertos

de Béjar, llegaban a Plasencia y Trujillo. Poco queda de esos tiempos más que el

recuerdo de la venta que, como siempre, aguardaba cada año a los pastores.

Todo tiene su razón

El centeno ha sido, sin duda, la base del sustento de los omañeses durante

generaciones. Abandonado su cultivo en las últimas décadas, la traza de este labo-

reo sigue siendo perceptible a lo largo de todo el valle. Además de los bancales,

ahora apenas apreciables en las pendientes más próximas a los pueblos, resulta

muy llamativa la gran diferencia que existe en la cobertura vegetal de las laderas

con diferente orientación. Mientras las umbrías quedaron cubiertas de bosque,

las laderas de solana, más favorables para la agricultura, fueron tradicionalmente

aprovechadas para el cultivo de cereal en secano, sobre todo del centeno con el que

se amasaba el pan. Era tal la cantidad de tierras cultivadas, de

tierras de pan llevar

que para ayudar en la cosecha venían segadores del Bierzo o de Galicia. Una vez

segadas, las gavillas se majaban con el piértigo, al ritmo de canciones y melodías

con las que se acompasaban los golpes que las cuadrillas de majadores daban al

cereal para separar el grano de la paja. El grano iría luego al molino, y cada vecino

20.

Cubierta vegetal de paja de centeno

Pala de teitar