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101.

hoz del pincuejo

La hoz caliza más angosta de la montaña leonesa

Comarca:

Luna

Municipio:

Sena de Luna

Mapa 1:25.000, hoja 102-II (Sena de Luna)

Accesos:

La salida del arroyo Pincuejo,

que ha dado lugar a la hoz, se encuen-

tra en la localidad de Caldas de Luna.

El acceso al tramo de la hoz visitable

está situado a unos pocos metros de las

últimas viviendas de la parte alta del

pueblo. Su estrechez hace que sólo se

pueda caminar durante unas decenas de

metros antes de que el agua y las rocas

impidan continuar.

Las gargantas calizas son unas de

las estructuras geomorfológicas

más llamativas de Cuatro Valles. La hoz del Pincuejo es una de

las de menor longitud, pero presenta una de las características

acentuada de estos enclaves, su angostura. De hecho, es la única

inaccesible sin utilizar técnicas de escalada. No obstante, como

en todas las demás, la disposición vertical de sus paredes y sus

extremas condiciones ambientales (falta de agua en las zonas

altas) condiciona a los seres vivos que la habitan.

Las aves son uno de los grupos más llamativos que

pueden encontrarse. Sólo con fijarse en la denominación común

de algunas de las especies que utilizan la hoz del Pincuejo como

lugar de cría o invernada, puede entenderse el alto grado de

especialización que requiere la vida en este hábitat. Avión

roquero, treparriscos, roquero rojo, gorrión alpino o lavandera

cascadeña, son algunas de las aves más frecuentes. A pesar de

pertenecer a familias diferentes, presentan algunas característi-

cas comunes, como poseer unas uñas fuertes para desplazarse

por la roca y anclarse en los más mínimos salientes de la pared.

El treparriscos posee un pico excepcionalmente fino y curvo

que le permite capturar de insectos entre las grietas y fisuras de

la roca.

Las plantas, por su imposibilidad de desplazarse,

requieren un grado de especialización mayor. Numerosos fac-

tores ecológicos limitan su desarrollo, de modo que apenas

unas decenas de especies han sido capaces de sobrevivir. Así la

falta de suelo obliga a utilizar cualquier acumulación de tierra

para enraizar; la escasez de agua obliga a utilizar toda la que

escurre por las rocas cuando llueve. Como mecanismo adapta-