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Aunque no se puede precisar el origen del castillo

de Luna, posiblemente estuviera vinculado al con-

junto de torres y fortalezas que, por toda la montaña

occidental, sirvieron de baluarte defensivo contra

distintas invasiones. Se sabe que los romanos usa-

ban una calzada trazada por el fondo del valle, para sacar los minerales que explotaban en

estas montañas. De época anterior, se han encontrado algunas evidencias en “El Castiello”,

un castro fortificado, ahora aislado por las aguas del embalse, en el que se encontraron hasta

11 cabañas de planta circular y numeroso material datado de las épocas del bronce, del hierro,

romanas y medievales, lo que parece confirmar su habitabilidad en épocas sucesivas.

Tras un importante vacío histórico, Luna parece renacer en época de Alfonso II,

momento al que se vincula el triste romance de Doña Jimena y el Conde de Saldaña. Es

en época de Alfonso III cuando el castillo se fortifica y afianza, pasando a convertirse en el

principal baluarte defensivo en la lucha contra los musulmanes en esta zona de León. Cuenta

la tradición que, cuando las tropas de Almanzor arrasaron León, no consiguieron vencer la

defensa del castillo de Luna, que ya por entonces se había convertido en una fortaleza inex-

pugnable, gobernada por un tenente que dependía directamente del rey. Es en 1399, cuando

el castillo y todo el valle de Luna son entregados por Enrique III a Pedro Suárez de Quiñónes,

cuyos descendientes se convertirán en Condes de Luna, siendo D. Diego Fernández Quiñones

quien hace de esta fortaleza, uno de sus principales emblemas familiares.